Los orígenes del Fox Terrier se desvanecen en las profundidades del tiempo. De su procedencia, únicamente podemos elucubrar. Por suerte, hasta nuestros días han arribado multitud de documentos que nos permiten confirmar la existencia de pequeños terriers que, con una u otra finalidad, se empleaban en diversas épocas.
Algunos autores pretenden asociar su remota naturaleza a aquellos primeros perros avisados por los romanos en la conquista de Gran Bretaña, allá por el año 54 antes de Cristo. No se encuentra una nueva referencia escrita hasta el año 207, en la obra de Opiano de Apamea de Venatione, cuando se refiere a una pequeña raza existente en Gran Bretaña, que el autor denominó como “Agassin”, de similar parecido a un fox terrier de pelo liso.
De los escritos llegados hasta nuestros días pertenecientes al siglo XIII, podemos deducir que, en ese periodo, los terriers se criaban con el único propósito de potenciar su utilidad para la caza y el real deporte de la montería.
Marco Polo, mercader y explorador nacido en Venecia en 1254, que estuvo durante 17 años al servicio del emperador mongol Kubiali Khan y asiduo acompañante en sus cacerías, relataría que éste contaba con varios terriers entre sus 5000 perros de caza.
El conde de Monteith, que al parecer, tenía una gran línea de terriers con los que disfrutaba cazando presas de todo tipo y le eran especialmente útiles en la caza del zorro, era el encargado de las cuentas del rey Eduardo I, en las que podemos encontrar las siguientes anotaciones: ” Anno Dimini 1299 y 1300. Pagado a William de Foxhunte, el cazador real de zorros en bosques y parques, para sus propios salarios y los salarios de sus dos muchachos para asumir el cuidado de los terriers, nueve libras y tres chelines”; ” Pagado lo mismo por el gasto de un caballo para llevar las redes”.
En el siglo XIV , en el manuscrito de Strutt titulado Sports and Pastimes, se reproduce un grabado en el que se representa a tes hombres, asistidos por un black and tan terrier, desalojando de la madriguera un zorro. Puede que éste constituya el documento más antiguo en el que depositar nuestra confianza, pero, según otras opiniones, éste podría no ser un terrier, sino cualquier perro común de la época.
Es a partir de mediados del referido siglo cuando encontramos una nueva alusión en el “poeme sur la Casse” del autor francés Gace de la Vigne’s. En este poema, aparece por primera vez la designación como terriers para definir a unos perros que perseguían a sus presas accediendo, incluso para atraparlas, a sus madrigueras.
El término terrier, acuñado para referirse a algunos perros que presentaban unas ciertas habilidades para atrapar la caza bajo tierra en sus propias madrigueras, de probable procedencia francesa, se deriva de la expresión latina terra.
En los inicios del siglo XV, aparece un tratado sobre caza titulado The Master Of Game, escrito por Eduardo duque de York, en el que se describen las razas empleadas en la época para la caza, haciendo especial mención a los terriers.
En la literatura británica, aparece por primera vez la palabra teroures en la obra Book of St.Albans, escrita por Juliana Berners, abadesa de Sopewell, en 1486. Este libro trataba sobre la montería y, en uno de sus capítulos, describió la forma de trabajar de estos terriers.
El Doctor Johannes Caius(también conocido con el nombre de John Keys), fundador del gonville and Caius College de Cambidge y médico de reyes y reinas ingleses, escribió, en 1570, De Cannibus Britaniccis, una detallada clasificación de los perros ingleses. Entre éstos, se encontraban unos, denominados terrores, que únicamente se utilizaban para la caza del zorro y del tejón. Cien años más tarde, Abraham Fleming traduciría ésta obra al inglés, titulándola Of Englishe Doggers, donde los designó bajo la denominación de terrars.
Nicholas Cox, en The Gentleman’s Recreation, publicado en 1677, establece la diferencia entre dos clases de terriers, describiéndolas como “una con las patas más o menos torcidas, con el pelaje corto, la otra de patas derechas y con el pelaje largo.” Cox indica cómo estos pequeños terriers eran grandes trabajadores, “porque perseguían su caza sobre tierra y la conducían por la madriguera, como la ocasión lo requiriera, con gran determinación y maestría”.
Jacobs, en the Complete Sportsman, 1718, nuevamente refiere a estas dos clases de terriers, describiéndolos con más detalle.
En 1760, el reverendo W.Daniel en su libro Field Sports, recoge lo que podría ser la descripción más correcta de su época, y vuelve a mencionar dos clases de terriers, como “uno de pelo áspero, pata corta, largo de espalda, muy fuerte y normalmente de un color negro o amarillento mezclado con blanco; el otro es de pelo liso y bonita forma, teniendo un cuerpo más profundo y corto, y un aspecto más ágil, es generalmente de un color marrón rojizo o negro con las piernas tan. Ambas clases son las más tenaces con todo tipo de alimañas, y, en sus encuentros con el tejón, la nutria, la mofeta y el zorro, muy frecuentemente reciben un trato severo, que soportan con gran coraje, y un terrier de pura raza bien entrenado busca frecuentemente más de una contienda en su rival”.
La existencia más fiable de los fox terrier, como hoy los conocemos, la obtenemos a través de una pintura, datada sobre 1700, de Felipe Fernando de Hamilton, pintor austríaco, especializado en el retrato de animales y escenas de caza.
Es hacia finales del siglo XVII e inicios del XVIII cuando empezamos a tener constancia de pequeños terriers que en su manto ya tenían el color blanco. Existen varias teorías acerca de la inclusión del color blanco en la capa de los terriers. Algunas aluden a cambios de moda en la vestimenta de las monterías, que también se reflejarían en los perros, aunque las más aceptadas apuntan a la inclusión de este color en los terriers a causa de que, en la fogosidad de la cacería, a la salida de éstos de la madriguera, en ocasiones se les confundía con la presa. De esta manera, se evidenciaba su diferencia, tanto para cazadores como para el resto de la jauría, evitando así desagradables percances.
En the Sporting Dictionary, publicado en 1803, se indica: ” Terriers uniformes de la mejor sangre ahora se crían en varios colores. Los más aceptados son los negro y tan, negro y blanco, tan y blanco o blanco puro. Hay dos clases de manto: el áspero y pelo duro, y el otro liso, tupido y de pelo corto. Puesto que la caza del zorro es popular en cada condado, estos pequeños buenos terriers de caza han llegado a ser tan útiles y de moda que pocas caballerizas señoriales del país carecen de ellos”. Aquí tenemos, nuevamente, la confirmación de la predilección por el color blanco en los terriers.
Del texto anterior, se desprende el fuerte arraigo que tomaba la cacería del zorro (fox hunting) como pasatiempo de la aristocracia. Esta actividad, que se venía desarrollando ya en el transcurso del pasado siglo, alcanza su máximo apogeo durante la primera mitad del siglo XIX. Estas cacerías se convertían en una auténtica ceremonia, en la que hasta el más mínimo detalle estaba reglamentado: el vestuario, la organización, la participación y la forma y la medida del cuerno que se utilizaba para dirigir la cacería. Como trofeo, se entregaban, a los que se consideraban merecedores de tal honor, la cola, la cabeza y los pies del zorro atrapado. El resto del cuerpo se echaba a la jauría.
Como los ejemplares integrantes de las realas que hasta la fecha se venían utilizando para la caza del ciervo no eran adecuados para la persecución del zorro, al refugiarse éste en su madriguera, se fueron integrando al grupo toda una serie de terrier, capaces de perseguir a aquél bajo tierra, lo que posibilitaba la continuación de la cacería.
Esta circumstancia favoreció la cría selectiva de estas rezas en función de sus propias cualidades para la caza, convirtiéndose, con el paso del tiempo, en elementos cada vez más apreciados por los cazadores. Hasta la fecha, la utilidad principal que habían desarrollado los terriers se orientaba a la eliminación de las plagas que azotaban al campesinado.
En los inicios del siglo XIX, el fox terrier de pelo duro estaba prácticamente postergado a las clases de menor reconocimiento social. Fue entonces por la mediación, entre otros aficionados, del reverendo John Russell (1795-1884), muy considerado en los ambientes de cacería, que se produjo un verdadero impulso al fox terrier de pelo duro. En 1813, cuando aún era estudiante en Oxford Russell adquiere, a un lechero, una perra de pelo duro llamada Trump, con la que empieza su actividad de cría y selección. Aficionado a la caza del zorro, con el firme objetivo de desarrollar al máximo las facultades venatorias de sus ejemplares, dio su nombre a un nuevo tipo de terrier, el Pastor Jack Russell Terrier.
Según la mayoría de los autores, el primer fox terrier de pelo duro registrado, cuya influencia fue determinante en la consolidación del tipo actual, fue un ejemplar llamado Tip, igualmente designado Old Tip, criado por Tom Kendall, de Yorkshire, en la segunda mitad del siglo pasado.
Fue tras la celebración de las primeras exposiciones caninas cuando tuvo lugar la conversión del antiguo fox terrier de caza como había sido criado hasta entonces, únicamente para trabajo, en el nuevo tipo elegante del fox terrier de exposición.
La primera exposición se celebra en Newcastle, los días 28 y 29 de junio de 1859, únicamente para pointers y sétters, registrándose 60 inscripciones. Pero hubo que esperar hasta el 7 de junio de 1862, en la North of England Exhibition, en el Islington Agricultural Hall, para que el fox terrier se presentara bajo su propia clasificación. Contó con 20 inscripciones en la clase y el ganador fue trimmer, un perro de pelo liso sin pedigrí, presentado por Harvey Bayly, de Ickwell House.
Poco después, en agosto, la Birmingham National Dog Show proyectó con éxito al fox terrier en la exposición. Esto se atribuye a dos de los más famosos cazadores de su tiempo, Sir Watkin Williams Wynn y Cornelius Tonge. Cuatro smooth fox terrier fueron inscritos en una clase con 44 inscripciones, copando absolutamente todos los premios. El primer lugar fue para Jock, presentado por Thomas Wootton de Nottingham; el segundo lugar correspondió a Trap, de Bayly, mientras Jack, de Stevenson, fue tercero. En hembras, fue primera Pepper, un ejemplar blanco presentado por la señora Mawea, adquirida posteriormente por el coronel Clowes de Worcester, con la que fundaría una gran estirpe de terriers de caza.
Simultáneamente a este éxito de los smooth fox terrier, algunos criadores, como Harding Cox o William Carrick, trabajaron sobre la idea de que los fox terrier de pelo duro tenían las mismas posibilidades que los fox terrier de pelo liso. Fue así como iniciaron una crianza selectiva bajo los afijos de Broad y Carlisle, respectivamente, participando con relativo éxito en las exposiciones.
Las inscripciones de fox terrier en todas las exposiciones experimentaban un rápido aumento, convirtiéndose en el principal perro de las exposiciones inglesas y adquiriendo una gran popularidad en todas las clases sociales.
En esa época, existía una gran cantidad de fox terrier. Aunque el tipo era inexistente, los había de todos los tamaños, aspectos y pesos. Las únicas cualidades requeridas eran las de la caza y el trabajo. Fue en el 31 de Julio de 1868 cuando nació, en el criadero de John Branson, un smooth fox terrier, llamado Belgrave Joe, que, si bien nunca fue expuesto, debido a que una de sus orejas había sido manipulada, su aspecto y su tipo se anticipaban a su tiempo. Dicho ejemplar está considerado como el padre de la raza del fox terrier de pelo liso.
El esqueleto de este perro estuvo expuesto en una sala del Kennel Club, en una urna de cristal, durante más de 50 años, con una inscripción que decía: ” El famoso fox terrier Belgrave Joe, fallecido a la edad de 19 años, el 15 de enero de 1888. Uno de los últimos y más importantes representantes de la célebre estirpe de Belvoir, de la cual descienden muchos de los mejores fox terriers. Descrito merecidamente como uno de los grandes pilares del Stud Book en relación a su raza. Regalado al Kennel Club por la viuda de su último propietario, Luke Turner, siguiendo los deseos de su esposo, en el año 1899. Restaurado, en 1903, por los siguientes miembros del Kennel Club: S. Castle, A.H. Clarke, A.W. Emms y J.C. Tinne, en el respeto a la memoria de su gran amigo personal, Luke Turner.
Siete años después de la presentación de los pelo liso en exposición bajo su propia clasificación, en 1869, se crea una clasificación propia para la exhibición de los fox terrier de pelo duro. La cría y la exposición de fox terriers evolucionaron a un ritmo extraordinario a partir de 1870. Un flujo continuo de nuevos expositores llevaba a una competencia feroz. Nuevas líneas de exposición desplazarían a los viejos terriers. El prototipo un tanto basto de cráneo ancho, orejas pesadas y corto cuello del terrier de caza desapareció rápidamente. En su lugar, apareció un perro más elegante y de alta calidad. El buen carácter y el correcto temperamento fueron exigidos. Se buscaba la simetría agradable del contorno, con los miembros rectos (que los viejos terriers, usualmente, no tenían), buen hueso, cuerpo corto y profundo y cuartos traseros bien desarrollados, musculosos y fuertes.
En las exposiciones, el fox terrier contabilizaba más de la cuarta parte de las inscripciones y pasó a ser el favorito del público y el principal perro de compañía. Durante este periodo, se pagaron por estos perros cantidades fantásticas. Por ejemplo, un cachorro prometedor de seis meses de un criadero conocido costaba 50 libras. Terriers mayores, con buena reputación, serían comprados por encima de las 300 guineas. Pensamos que, en este periodo el salario semanal del artesano medio rondaba los 18 chelines, y el de un trabajador bien pagado rondaría los 10 chelines. (La guinea, una antigua moneda de oro que se utilizaba para ciertas transacciones comerciales, valía 21 chelines, uno más que la libra normal. Una libra esterlina, al cambio actual, vale 1,5€).
En 1874, se crea el Kennel Club y promueve el registro de todos los perros con sus pedigríes. Anteriormente, los pedigríes eran, a menudo, inventados. es interesante observar que, entre los primeros miembros del Kennel Club, había un gran número de entusiastas de los fox terrier, como Harding Cox (1878), J.A. Doyle (1878), J.C. Tinne (1880) y Francis Redmond (1882). Este último fue posteriormente presidente del Kennel Club, cargo que ocupó durante varios años.
La manipulación de orejas, machacando o rompiendo tendones, y la reducción de su tamaño, cortando los bordes, eran prácticas comunes. La limadura de dientes para mejorar el cierre y las gotas de belladona para profundizar el color de los ojos eran, a menudo, parte de la preparación de los terriers para la exposición. Estos procedimientos, utilizados por un pequeño grupo de expositores, llevaban a los terriers al desprestigio. Afortunadamente, estos y otros males fueron controlados rápidamente por el recientemente formado Kennel Club.
En 1876, se crea el Fox Terrier Club. El inicio real del Club tuvo lugar en el comedor de la casa del padre de Harding Cox, en Russell Square, Londres, y entre los presentes se encontraba Allison, Abbott, Arkwright, Bassett, Burbridge, Sydenham Dixxon, Drake, Ear, Gibson, Jaquet, Southwell, Scott y Lake Turner, quienes formaron un comité del Harding Cox fue nombrado secretario y tesorero. Poco después, se formó el Club, y Vicary, Clarke, Tinne y los reverendos C. T. Fisher y De Castro se hicieron miembros. Algunos años después, se crearon clubes de fox terrier por todo el país. Entre éstos, se encontraban: The Fylde (1882), Sheffield y Hallamshire (1885), Scottish F. T.C. (1886), Shrpshir (1886), Londres (1887), Nort of England (1887), Southdown (1887), Stockton-on-Tees (1888), Irish F.T.C. (1888), South Yorkshire (1899), York (1890), Bristol (1896) y North Staffs (1897).
Francis Redmon, propietario del Totteridge Kennels, y Robert Vicary dejaron patente su aportación en la historia de la raza a finales del pasado siglo e inicios del XX. Llegó a existir tal pugna entre ambos que jamás cruzaron sus perros. Esta gran rivalidad dio origen a la cría de magníficos fox Terrier. Se contabilizan por decenas los fox terrier de pelo liso cariados por Francis Redmon, entre 1881-1922, que se alzarían como campeones. Algo menor en número, pero sin restar importancia, fueron los fox terrier de pelo duro, también de su producción, que conseguirían dicho honor. Como dato curioso, hay que señalar que los nombres de todos los fox terrier criados por Francis Redmon empezaban por la letra D, mientras que los de Robert Vicary lo hacían por la V. En esta época, empezaba a tomar consistencia la consolidación del tipo actual del smooth Fox Terrier, en constante evolución hacia las líneas de exposición.
En 1879, llega a Boston el primer smooth fox terrier, una hembra nieta de Belgrave Joe, llamada Tort.
En 1885, ocho años después de la llegada del primer fox terrier a los Estados Unidos, durante el fin de semana en el que se celebraba la exposición de Westimister, se crea el American Fox Terrier Club, siendo elegidos Lewis M. Rutherfund como presidente, John E. Thayer como vicepresidente y Edward Kelly como secretario y tesorero. El club norteamericano adoptó, posteriormente, el estándar del fox Terrier del Club Ingles.
Para hacernos una idea del auge alcanzado por los fox terrier, en 1883 se empezó a publicar el The Fox Terrier Chronicle, un periódico mensual que nunca tenía menos de 32 páginas, y que contaba, aproximadamente, con un millar de suscriptores.
Durante el siglo XX, en las exposiciones, la participación de fox terrier de pelo liso era muy superior a la de fox terrier de pelo duro, situación que no cambiaría hasta entrado el siglo XX, cuando los fox terrier de pelo duro fueron, poco a poco, ganando adeptos. Esto último se produjo, en parte, por las nuevas técnicas de arreglo empleadas, que los convirtieron en una de las razas más atractivas en la exposición y fuera de ellas.
En 1885, tras la adquisición por parte de la reina Victoria de Inglaterra de un ejemplar de fox terrier de pelo liso, llamado Jack, se produce un notable aumento de la demanda de esta raza por parte de la aristocracia. El perro de la reina, Jack, resultó ser un poco conflictivo, por lo que la servidumbre no tardó en quejarse a la soberana, y ésta lo vendió inmediatamente. Años después, adquiriría un ejemplar de pelo duro, Caesar, que permanecería en palacio hasta que murió en 1910.
La duquesa de Newcastle, una de las más importantes criadoras de la época, cría, en 1893, a Lady Tipton of Notts, su primer fox terrier de pelo duro. Bajo su afijo Of Notts, en 1898 nace el Ch. Cackler of Notts, ejemplar funamental en la historia de la raza, ya que representa la conexión de las actuales líneas de sangre con Old Tip, anteriormente referido por su determinante influencia en la consolidación del tipo actual de fox terrier de pelo duro. Varios son los ejemplares de este afijo que dejaron su decisiva huella en la raza, de los que Commedian of Notts fue el mejor.
A partir de 1900 y hasta el inicio de la primera Guerra Mundial (1914-18), tiene lugar un descenso en los registros en el Kennel Club y de inscripciones en exposiciones. Los criadores eran menos, para mejor informados. La calidad , no la cantidad, pasó a ser el objetivo. El nivel general iba en ascenso. Con anterioridad, nunca se contabilizaban más de cinco o seis terriers top en cualquier época, siendo los restantes de muy baja calidad; ahora esta desigualdad no existía. Un alto nivel emergió en los años que median.
Tras una circular enviada a un gran número de criadores de fox terrier de pelo duro para sondear su opinión, se contabilizaban alrededor de 250 simpatizantes los que veían factible la creación de una asociación exclusivamente dedicada a esta raza. Fue en el 22 de enero de 1913 cuando, en el Grand Hotel de Birmingham, se celebró la reunión inaugural, con la asistencia del capitán Woddwark, el teniente coronel Way, Lewis, el doctor W.W. Fenton Messrs. G. Raper, Reeves, Martin, Sellors, Barlow, Butler, Hack, Nean, Haywood, Williamson, Anne, Wilson, Warburton, Hibbert, Dickens y otras siete personas, en la que se convenio la formación de la Wire Fox Terrier Association (WFTA). La primera junta general anual se celebró en la Exposición de Crufts, Islington, el 12 de febrero de 1913.
La primera exposición de la WFTA tuvo lugar en Corn Exchange, Leicester, el 28 de octubre de ese mismo año. G. Raper juzgó machos y R. Vicary hembras y la clase trabajo. Hubo 858 inscripciones. El premio especial para el mejor ejemplar presentado en la exposición fue ganado por Matford Vic, de H. Trimble, que también ganó el trofeo Mr. Raper para la mejor hembra Cromwell Bantem, de T. Loscoe Bradley, ganó el trofeo para el mejor macho de la exposición y también el premio al ejemplar presentado en mejores condiciones. El premio Northchapel fue ganado por Autumn Eclipse, de C.E. Williams, y la copa Atkin fue para Melton New Nut, de H. Tindall. El trofeo Brockley Challange para el mejor cachorro para Wireboy of Paignton, de M.E. Lewis.
Matford Vic, ganadora del Best in Show de la exposición de Leiscester, y la más famosa wire de 1913, fue comprada, por dos libras, en septiembre de 1912, con cinco meses y medio, por H. Trimble a Caunter. Se exhibió por primera vez en Weston-super-Mare, en junio de 1913, ganando el CC; su segundo certificado lo obtuvo en Edimburgo y el tercero, en Crystal Palace. Seguidamente, el Best in Show en la primera exposición de la WFTA, en Leiscester, y el cuarto CC, en la exposición del Fox Terrier Club en Derby. Su última aparición en Inglaterra fue en Birmingham, donde ganó su quinto CC, antes de salir del país para unirse, en Estados Unidos, al criadero de George W. Quintard. Prosiguió su carrera de éxitos en este nuevo país, donde se alzaría con el BIS en la Exposición de Westminster de los años 1915 y 1916. Este ejemplar creó una gran sensación a su llegada a Norteamérica, donde fue definido como “el sumo de la perfección en la cría y el mejor fox terrier de todos los tiempos”.
En la junta general anual, celebrada en la Exposición de Crufts, en Islington, el 11 de febrero de 1914, fue elegida presidenta de la Asociación la duquesa de Newcastle.
El 1 de mayo de 1924, nace otro importante ejemplar de pelo duro, descendiente de Old Tip, emparentado en su línea paterna directa con Commediant of Notts: el Ch. Talavera Simon, padre de 11 Campeones machos y 11 campeones hembra. Se trata de uno de los perros presentes en la genealogía de la mayoría de los más importantes fox terrier de nuestra época. Poseía una de las cualidades más importantes de la raza, carácter, aunque, en realidad, en sus primeras exposiciones, este carácter era su ruina, según se cita en el informa de una exposición escrito por la duquesa de Newcastle en 1925: ” Muy mejorada su actitud en el ring, desde su desagradable comportamiento en Windsor. También ha cambiado, tanto en calidad como en comportamiento. Inusual largo de cabeza, hombros de buen tamaño, buen costillar y frente”.
En 1932, se crea la Smooth Fox Terrier Association, una asociación consagrada exclusivamente al fox terrier de pelo liso, al igual que años atrás habían hecho los aficionados al fox terrier de pelo duro.
Tras la Primera Guerra Mundial, se produce un sostenido aumento de inscripciones en el Kennel Club, sobre todo en el fox terrier de pelo duro, que se prolonga hasta 1935, año en el que se inscriben 7435 wire y 2126 smooth. Estas cifras descenderían, en 1941, a 1279 wire y 379 smooth, para volver a alcanzar el nivel anterior a la guerra en 1946, año en que se inscriben 7986 wire y 2228 smooth. A partir de este momento, se inicia un lento pero paulatino descenso en el número de inscripciones, situándose, en 1996, en 616 wire y 204 smooth. Esta evidente disminución cuantitativa de inscripciones redunda en un aumento en el nivel general de calidad de los ejemplares producidos. En el recuerdo, quedaron los grandes criaderos y aquellas espectaculares partidas de caza. En la actualidad, el espíritu de la raza se concentra en un reducido número de apasionados que mantienen viva su esencia, procurando la cría de típicos y sobresalientes ejemplares con los que alimentar el orgullo persona de un trabajo bien hecho, ya que pretender una rentabilidad económica con estas razas se ha hecho, en nuestros tiempos, prácticamente imposible.
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